lunes, 21 de diciembre de 2009

melancolía..


Según Fromm tengo una personalidad destructiva. No lo sé. La única certeza que tengo es el deseo y la satisfacción de llorar desde la muerte del día hasta que mis ojos se cierran de tanta hinchazón. Cualquiera diría que soy una candidata al suicidio, pero no...

Tengo la convicción de que estoy muriendo a pasos agigantados, diría que es un cuadro irreversible si lo miro retrospectivamente, siempre he estado así, no hay ninguna novedad en esta nueva angustia.

El olvido es la receta mágica para todo dolor. Olvida donde y qué te duele y plas!! Desaparece!! A pesar de tener una memoria frágil y pequeñita sigo recordándolo; la punzada en el pecho me hace recordar...

La melancolía me lleva de la mano hasta la cama me tapa y cuida de que no vaya a escapar, que no logre pensar que hay otras cosas y personas que no producen dolor.

El eje de estos meses, de todo este año fue él. Sin él soy un cacito de agua triste que se vuelca entre las sabanas.

Busqué otro sostén, pero sólo pude poseerlo y compararlo con él que no es tan bueno ni dulce pero es el hombre que quiero.

Ya el cielo se tiñe de rojo, lo sé por la reja del bar que se levanta puntual frente a casa; siento que se vacían mis venas, que voy a quedarme encerrada hasta el día en que vuelva.

¿Y si eso nunca sucede? ¿Será mi vida una constante espera?

Voy al baño y sin querer veo mi rostro ¿Soy yo? Hay una imagen en blanco y negro en el espejo, no se distinguen los parpados, los labios es una sola masa enferma de impotencia.
Soy esa sombra que vuelve sin palabras a la cama y decide no cambiar este día, dejarlo como está aunque le duelen los huesos, la carne, los proyectos, el otro dolor es más grave y tan pesado que le impide levantarse.

La esperanza es el opio de los pobres desahuciados. Sé que nadie golpeará mi puerta pero quiero creer que él algún día directamente entrará sin avisar.

Aquí estaré... esperándole...

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